miércoles, 26 de septiembre de 2007

Una realidad pendular



La caída ante Quilmes invita a la "T" a reflexionar.
Hora de reflexión para Talleres. Las derrotas dejan enseñanzas para el que quiere y sabe aprender. La del sábado ante Quilmes, más allá del ajustado 0-1, le trajo varias malas noticias a Salvador Capitano y a sus dirigidos. Al margen de que antes de los 20 minutos ya estaba en desventaja, al menos una vez el equipo cordobés se presentó en un formato distinto: alineó un nuevo medio campo con poca marca y mucho juego, buscando el tan ansiado equilibrio.



Franco Dolci por derecha, como salida; Lucas Rimoldi listo para la distribución; Matías Quiroga pensando en la proyección y el desborde. Cualquiera de ellos estaría en condiciones de asistir a la dupla Miralles-Borghello y, asimismo, todos debían darle una mano a Cristian Basualdo, para que no estuviera tan solo a la hora de recuperar la pelota. Desde la teoría, debía alcanzar. Pero, lejos estuvo de ser así.

Quilmes le propuso otra cancha con los movedizos Juan Olivares y Germán Alemanno y la potencia de Luciano Rodríguez. Además, le quitó la pelota el suficiente tiempo para hacerle daño. También es cierto que si Marcelo Pontiroli no se inspiraba en las dos tapadas a Ezequiel Miralles, el partido habría sido otro. Pero, después de eso, se vieron las peores imágenes de Talleres. Basualdo no dio abasto, mientras que sus compañeros pagaron el precio de no ser eximios marcadores.


Encima, los cuatro defensores no se animaban al anticipo con lo que una pared bien tirada o bien el desequilibrio que proponían los rapiditos de Quilmes, encendían una señal de alarma permanente. Es difícil sin el balón. Sin la redonda, Talleres quedó atrapado, impotente. Y las veces que la tuvo (un poco más cuando Quilmes se paró de contragolpe), tampoco la administró bien. También es cierto que Borghello –haciendo de Cuevas– no anduvo porque debió jugar de espaldas al arco y Miralles bajó demasiado para tomar contacto con la pelota. No hubo sociedad. Capitano intentó de todo: resignó un defensor y sumó un delantero más (Rivas por Rivera y hasta el propio Cuevas por Miralles).


Pero la suma de atacantes no aportó la claridad esperada y sólo apuró a Quilmes, sobre el final, con las ganas de Buffarini y el ex Racing de Nueva Italia. Comienzos de partidos complicados, escasa recuperación y generación de juego, rotación de funciones de varios jugadores y el consecuente cambio de planes, son algunas de los factores que explican la realidad albiazul. Pendular, entre el exitismo de los triunfos apoyados en las conquistas de sus delanteros y pesimista por los partidos como el que le jugó Quilmes, que lo atacó y lo maniató.

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